domingo, 3 de abril de 2011

La casa de los duendes


Es un fragmento escrito por Diego Torres de Villarroel (1694-1770), extraido de su autobiografía, titulada Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres y Villarroel, catedrático de prima de matemáticas en la Universidad de Salamanca, escrita por él mismo  (1742). Estamos hablando de una de las escenas más citadas de una de las autobiografías más importantes de la literatura española; es decir, un texto practicamente desconocido hoy en día.

¿Es esto literatura fantástica o la narración de un evento que ocurrió a Torres de Villarroel cuando intentó descubrir quien estaba detras de los ruidos y golpes que se oían en una casa encantada, a petición de la dueña, la condesa de Arcos? Pues depende de la credulidad del lector. El autor salmantino lo presenta como real, puesto que es parte de su autobiografía. Para mí, que ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor, que es mi sed de historias de lo maravilloso y lo sobrenatural, es solo un gran texto de lo fantástico al que quizás (o quizás no) acontezca la gracia de ser la pura verdad.

Como relato de fantasmas verosimil es un prodigio. Hay una mesura, una moderación en los fenómenos que ocurren, que ayuda a la suspensión de la incredulidad. Hay preciosos apuntes del natural, que si no fueron vividos, lo parecen mucho, como la aglomeración de criados aterrorizados durmiendo todos en el salón, pese a la incomodidad, con tal de no estar solos oyendo los ruidos fantasmales en sus estancias. La actuación de Torres de Villarroel durante los acontecimientos se presenta también llena de verosimiltud; armado de un espadón oxidado y quijotesco y también de la convicción de que ahí había "gato encerrado" al principio el astrólogo actúa serenamente, hasta caer luego en un terror abyecto narrado con rasgos de gran comicidad.

La casona de la condesa de Arcos se elevaba en algún lugar de la calle Fuencarral de esta villa y corte de Madrid; pero no he podido saber exactamente donde.

Este texto es también una muestra de castellano del barroco en su modalidad más sencilla y popular, más liberada de tropos y figuras retóricas varias, y más trufado de grandes hallazgos expresivos.

Se puede leer en la Vida, en concreto en su trozo tercero, o en la antología Valdemar de literatura fantástica española.



Los señores que (ahora sabemos) motivaron "la insoportable confusión y tumultuosa angustia" a la que se enfrentó valientemente nuestro astrólogo, llegando al final a la conclusión de que "la solicitud necia de tan escondido portento (...) ya no era buscar desengaño, sino desesperaciones".
Grabado de otro gran dieciochesco, Francisco de Goya.

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