Escrito por Noel Clarasó (1899-1985). Es uno de los cuentos de su libro "¡Miedo!" (1948).
Extraordinario cuento de fantasmas, clásico y sencillo en la forma, y de profundas implicaciones para quien quiera leer entre líneas. No entraré en el meollo del asunto con típicas interpretaciones de psicologismo barato para no arruinar el placer lector de quien quiera hacerlo. Se puede encontrar, aparte de en el libro al que pertenece, en la ya mencionada muchas veces "Antología española de literatura fantástica" de la editorial Valdemar.
Clarasó, que cultivó el humorismo como Fernández Flórez, parece ser que nunca introdujo el humor en sus cuentos de lo sobrenatural. Para él, lo sobrenatural literario debe aspirar a sobrecoger. Fernández Flórez siguió ese consejo en algunos casos (por ejemplo los dos cuentos suyos que ya he comentado) pero otras veces mezcló el horror y el humor. El autor catalán que nos ocupa tiene una visión más clásica del asunto. Aunque hay que decir que aquí lo que predomina es el sentimiento de tragedia, de lo sobrenatural como vehículo de lo inevitable.
El relato ocurre, aparte de un par de escenas en Barcelona, principalmente en la localidad leridana de Salardú. Sin embargo Clarasó prescinde de cualquier localismo, de cualquier expresión en aranés por ejemplo, y se limita a algunas breves referencias geográficas a la zona pirenaica en cuestión: Beciberri, Artíes. Hay un afán de pureza expositiva, de atemporalidad. El relato es original y potente, a la altura de los grandes cultivadores anglosajones del género. Si todos los cuentos de "Miedo" tienen esta calidad, o similar, el libro del Sr. Clarasó merecería una redición.
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