Escrito por Francisco García Pavón (1919-1989). Publicado en 1967 en su libro de relatos "La guerra de los mil años".
Se puede encontrar también en la Antología de Literatura Fantástica española, en Valdemar. El escritor manchego, más conocido por sus novelas policiacas, se aproximó a una fantasía científica o futurista en este libro, eso si, anticipación "sui generis". El par de relatos que para mí son auténticamente buenos participan más del relato de fantasmas, aunque también muy particular. Sin embargo, al comenzar a leer este cuento, con su prosa funcional y seca y su premisa de inicio: la posibilidad de captar las imágenes del pasado, hacen presagiar que este es un relato de anticipación científica, como "Luz de otros días" la novela sobre el mismo tema de Clarke y Baxter. Pero no hay tal cosa; la novela de los británicos se basaba en la física cuántica, el relato del manchego en una fantasía quijotesca de vuelta al pasado, en donde la retrotelevisión funciona como retablo de Maese Pedro, o tinglado que demuestra nuestra locura.
Luego, hacia el final del relato, la prosa se enriquece, se hace dúctil y bella, envolvente, sin llegar al barroquismo que deforma otros cuentos de García Pavón. Este cambio de estilo no es fortuito; cuando la retrotelevisión comienza a exhibir imágenes de tiempos pasados, la lengua literaria del cuento también adopta los viejos ritmos, recupera la fruición y el calor de la palabra. Esto me parece un gran hallazgo.
El relato no es sin embargo tan solo un ejercicio formal en literatura fantástica; es también una mirada asombrada al pasado, en donde se mantiene la tesis, que podrá parecer peregrina, pero que yo comparto, que los hombres de hace siglo y medio (un siglo cuando escribio este cuento Don Francisco) eran esencialmente distintos a nosotros en lo que podríamos llamar el ritmo, la plástica de sus movimientos, la armonía de sus gestos. En unos párrafos magistrales García Pavón describe un baile de la época romántica como quien describe arcanas ceremonias de civilizaciones perdidas o ignotos procederes extraterrestres.
El enigmático final parece sugerir que el desprecio que sentimos por el pasado, este nos lo devuelve. O nos lo devolvió, puesto que quizás sea aquí más pertinente el preterito.
Otra obra maestra olvidada de poesía y enigma.
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