martes, 22 de mayo de 2012

El canto de las sirenas



Escrito por Miguel Cané (1851-1905) en 1872. Publicado en el volumen "Ensayos", Buenos Aires, 1877.

He aquí otro relato de la gran tradición fantástica argentina, que no fue inaugurada, ni mucho menos, por Leopoldo Lugones.

"La sirena" es un relato sobre la búsqueda de lo absoluto, a través de la música, y hasta el fondo de los tiempos. Presenta algunas analogías e interesantes diferencias con un relato mucho más famoso, al menos en España, "El Miserere", de Gustavo Adolfo Becquer. En ambos relatos hay una música inefable. Pero en el de Becquer, la música es una experiencia única e irreproducible por el cerebro humano. La imposibilidad de accederla de nuevo trae el dolor y la locura. Está dentro del tópico romántico de la nostalgia de lo elevado, de lo sublime, de la angustia ante su ausencia. En el cuento de Cané, la música de las sirenas es una realidad alcanzable,  aunque sea a través de la locura como "estado superior de la consciencia". La música de las sirenas en si es bella, pero su cualidad de sublime solo se lo otorga una transformación de la capacidad perceptiva. Su mensaje es más moderno, sin duda.

Como nota curiosa, va a ser, no un relato de Edgard Poe, sino la cita de Thomas Browne con la que el autor norteamericano encabezó su relato "Los crímenes de la rue Morgue" el desencadenante de la búsqueda, eminentemente fantástica, a la que el protagonista, Broth, va a dedicar su vida.

El relato en si no debe quizás mucho a Poe en su argumento esencial, soñador y dulce, pero si en el escenario que enmarca el relato. La relación entre Daniel y Broth, recuerda algo a la que hay entre el narrador de los cuentos detectivescos de Poe y Monsieur Dupin.

Un relato, que en su sencillez y belleza, ejemplifica perfectamente esa ambigüedad, esa oscilación entre lo posible y lo imposible en que algunos reputados estudiosos han querido ver la esencia misma de lo fantástico.

Se puede leer en "Cuentos fantásticos del Romanticismo hispanoamericano" de Editorial Cátedra.




2 comentarios:

Raúl Morón dijo...

Querido Manuel:

Al momento de leer este nuevo pequeño e intenso acorde de su blog, saltan a la cabeza muchas historias donde la música es vehículo de lo misterioso o de otra percepción. Entre ellas, me viene el recuerdo de La leyenda de San Plácido de Emilio Carrere, donde alguien con sospechas de taumaturgo toca esa clásica flauta panírica. Luego la evolución trajo el clásico violín, el piano.
Nuevamente, todo un placer leerle.
Un saludo, Raúl.

Manuel Torcuato dijo...

¡Hola Raul! La música siempre ha sido un motivo importante en la literatura fantástica. Se me ocurre otro ejemplo becqueriano, en "Maese Pérez, el organista" cuando la interpretación más sublime del instrumentista llega después de muerto.

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