sábado, 11 de diciembre de 2010

Los tesoros de la Alhambra


Escrito por Serafín Estébanez Calderón (1799-1867). Publicado en 1832 en el número cuatro de la revista "Cartas españolas".

Uno se enfrenta al cuento romántico español con prevención. Los temas, acartonadas leyendas en una edad media de guardarropía. El estilo, efusiones, ayes y epítetos que sin duda emocionaban en la época pero que ahora suenan de una falsedad apabullante. Pero tiene que haber excepciones. Yo ya he encontrado una. En esta breve joya del relato romántico "el solitario", pues tal era el seudónimo de nuestro escritor, renunció para bien a su estilo recargado y gongorino y narró con admirable tersura y economía una historia sobre los tesoros ocultos de la Alhambra, sobre los que tanto se ha soñado y jamás encontrado. Relato fantástico de pura cepa, ambientado en el ambiente contemporáneo de la Granada del romanticismo y en donde lo misterioso y sobrenatural se narra con sencillez, sin aspavientos, con la pureza primigenia ante los enigmas que se encuentra en Las Mil Noches y Una Noche.
Ayuda sin duda en su fascinación sobre mí el hecho de que yo conozca la carrera del Darro y el bosque de la Alhambra, que no deben haber cambiado excesivamente en los últimos doscientos años, al menos en comparación con otros parajes. Es fácil poblar esas imágenes que hay mi mente con caballeros de levita y sombrero de copa, con pañuelo de seda al cuello.
Que otros tesoros, ya no de la Alhambra, sino de la prosa en castellano, deben estar escondidos para aquel que desafíe el espeso manto del olvido y de la ignorancia de nuestra literatura fantástica.

Se puede encontrar en la Antología del Cuento Romántico, Biblioteca Nueva, Madrid 2008.

lunes, 29 de noviembre de 2010

La esfera prodigiosa



Escrito por Luis Valera y Delavat (1870-1926). Publicado en 1903 en su libro "Visto y soñado".

Relato si no insólito, al menos afincado en terrenos poco transitados en la literatura española, aunque solo sea por el hecho de que ocurre en Pekín, ciudad que Valera conocía por sus labores diplomáticas en la capital de la dinastía manchú.

Narra el encuentro de los dos protagonistas con un objeto mágico, la esfera del título. Con elegante prosa y un humor sutil que no invalida el efecto fantástico, el hijo de Juan Valera narra aconteceres inusitados que parten de concepciones del budismo esotérico, que el autor conocía filtrados a través de la teosofía, tan de moda entonces.

El relato prefigura, en su concepción básica de utilizar creencias orientales para asentar lo fantástico, así como en algunos elementos de la trama, a algunos relatos de ambiente hindú de Mircea Eliade, como los memorables relatos "Medianoche en Serampor" y "El secreto del doctor Honigberger"

Se puede encontrar en la antología Cuentos fantásticos en la España del Realismo de Ediciones Cátedra, Madrid 2006.


El joven Luis Valera, antes de ser escritor y diplomático, pero ya con el aplomo que suele dar criarse en buenos pañales.

La dama de la Rosa


Escrito por Pedro de Répide (1882-1948). Publicada en la revista "La esfera" en enero de 1916.

Nos ocupa un interesante relato de fantasmas, género que nuestros escritores han tratado menos, sin duda, que los anglosajones, para los que es un género tradicional, como aquí puedan ser las andanzas del pícaro. Ahora bien, como iré demostrando en esta página, en la literatura en castellano abundan los fantasmas, como no podía ser menos.

Para comenzar, el que fuera cronista de la Villa de Madrid deja muy clara la época del relato, 1854. El protagonista es un joven diplomático que, en un baile de máscaras en el Teatro Real, es abordado por una dama de extraño comportamiento. Realmente este relato parte de una leyenda urbana universal, tan universal que tiene su versión madrileña, que es la que aquí se nos narra.

Es uno de esos relatos de lo fantástico con una sólida base geográfica, que permitan seguir las peripecias sobre un mapa, en este caso el callejero de la capital de España. Creo que detrás de esa preferencia está el deseo de que la realidad cotidiana quede transfigurada por el poder de la ficción. En "La dama de la Rosa", como en esa obra maestra, de la que hablaremos algún día, "La mujer alta", es posible revivir el itinerario de los protagonistas por el Madrid nocturno. Bien es verdad que muchos de los palacios de la calle Alcalá han desaparecido, pero alguno permanece. Y el origen y destino del itinerario todavía sobreviven al paso del tiempo, que son el Teatro Real y la Iglesia de San José, que será ya siempre para mí la iglesia en que culmina la historia de "La dama de la rosa".

Sobre esta historia arquetípica Pedro de Répide escribió un relato elegante, de sobrio patetismo. Cuarenta años después, en el exilio, Max Aub retomó el tema en su cuento "La gabardina" del que hablaré algún día.
Se puede encontrar en Cuentos madrileños de la editorial Castalia, Madrid 2002 en su colección Castalia Prima.

sábado, 27 de noviembre de 2010

La princesa y el granuja



Escrito por Benito Pérez Galdós (1843-1920), publicado por primera vez en la "Revista Cántabro-asturiana" en 1877.
De los cuentos denominados fantásticos en la edición de la editorial que refiero abajo, este es el relato que más se ajusta a lo que es un relato de esa índole, sin que lo desvirtuen alegorías cristianas o explicaciones racionalistas.

Comienza con la presentación del protagonista, Pacorrito Migajas, un pilluelo madrileño que vive de la venta de fósforos y lotería. El niño, que no se merece el epíteto de granuja que le endilga el autor en el título, va a enamorarse perdidamente de una muñeca expuesta en el escaparate de un bazar cercano a la puerta del Sol. Que no suscite engaño este comienzo digno de Andersen, esto no es un relato para niños ni Galdós va a tener para su protagonista la piedad bondadosa de Dickens. De hecho, este cuento, que tiene más bien algo de hoffmaniano, funciona muy bien como relato de terror en su impresionante final, que prefigura alguna de las pesadillas con las que nos ha obsequiado, ya en el siglo XX, Thomas Ligotti.

Relato cruel y obsesivo, le perjudica un poco la prosa galdosiana. El autor, creador poderoso y fecundo, no es ni mucho menos el mejor prosista de la lengua castellana, y es a veces ferozmente prosaico en vocablos, metáforas y símiles. Sin embargo le salva su poderosa imaginación que crea un mundo amenazante en el país de los juguetes animados, y un infierno dantesco en la humildad de un bazar madrileño.

Se puede encontrar en Cuentos fantásticos de Benito Pérez Galdós, Cátedra 1996.

Sueños olvidados

A medida que uno va estudiando el tema de la literatura fantástica en lengua castellana se da cuenta hasta que punto es errónea considerarla una literatura exclusivamente realista. Hay, en los dos últimos siglos, mucha y buena literatura de lo fantástico sobre la que ha caido, una y otra vez, el manto de la ignorancia y el prejuicio.

En mi ignorancia creía que aparte de los grandes nombres que ha dado Argentina, y las leyendas de Becquer en España, poco más había de importancia.

Luego se van descubriendo cosas muy interesantes. Obras maestras absolutas son practicamente desconocidas. Hablamos por ejemplo del cuento de Pedro Antonio de Alarcón, "La mujer alta", uno de los grandes relatos de lo sobrenatural en cualquier lengua. Supongo que por ser un relato de terror, los críticos le dan menos importancia que a "La comendadora" o "El carbonero alcalde", cuando es tan bueno como estos otros dos relatos, si no más. Pero claro, no es un relato psicológico al uso como el primero, ni patriótico, como el segundo. Y el pensamiento oficial, rebaño obediente en España, lo ha postergado.

Esta aversión a todo lo sobrenatural, lo fantástico, lo ominoso es poderosísima en España, y también, aunque quizás en  menor medida, en la America de habla castellana. Afecta incluso a los autores consagrados. Pérez Galdós, uno de los grandes de la narrativa en castellano durante el siglo XIX, aborda el tema fantástico en su primera novela, "La sombra", y con mayor sapiencia en los cuentos "La novela del tranvía" y "La princesa y el granuja". Uno esperaría que la crítica se acercara con reverencia a estos textos. Y sin embargo, la postura oficial es ignorarlos o despacharlos con alguna cursoria alusión a su carácter secundario.
Pero que digo Galdós, si hasta Cervantes y su última novela "Persiles y Segismunda", donde se vuela por el cielo como en las Mil y Una Noches, y los hombres se convierten en lobos como en el Satyricon (pues poco hay nuevo bajo el sol o la noche estrellada o la luna llena en este caso) se ha ridiculizado con estúpidas afirmaciones de que mostraba una decadencia senil del escritor, como si no fuera con un pie ya en el estribo, con la ansias de la muerte, cuando más necesario es soñar.

El olvido no solo no respeta a los autores realmente interesantes, como José Selgás, que sería lamentable, sino que tambien sepulta a los extraordinarios, como Rafael Arévalo Martínez, lo que es trágico.

Cuando la calidad extraordinaria y el favor del público hacen imposible ignorar una obra, como sucede con el "Pedro Páramo" de Rulfo, los críticos recurren a tácticas deshonestas, como pueda ser pergueñar etiquetas contradictorias como "realismo fantástico", para diluir la vergüenza de que la obra maestra de la literatura mexicana sea una novela de fantasmas, entre otras cualidades o atributos que no le niego a este libro inmortal. Allá ellos, yo me quedo con el fervor por los sueños, con la sapiencia en aquello que no existe y sin embargo, siempre habla de lo que es.

Desde una concepción amplia de la literatura fantástica (que incluye, y esto es una originalidad mía, los relatos en los que el tema es la fantasía como facultad mental) me propongo en lo que me quede de vida ir resolviendo, en mi facultad de gota de agua en el mar, estos olvidos sobre aquellos que nos precedieron y soñaron en nuestro mismo idioma. Una pretensión, no tanto de exhaustividad, sino de comunicación del goce, me llevará a hablar de aquellos relatos como "El Aleph" aunque sean muy conocidos.

Si bien basada en el cuento, esta enumeración de deslumbramientos también incorporará a su debido tiempo reseñas de novelas en castellano que hayan huído del realismo.

Solo los autores muertos tendrán cabida en esta página. Las razones supersticiosas que me llevan a ellos son altamente ilógicas e indefendibles; la principal es que solo un muerto puede haber escrito auténtica literatura fantástica cuando estaba vivo. Entre la perogrullada y la falacia lógica, mi optimismo ve en este axioma una sabiduria insondable; solo la muerte da a los sueños la condición de milagro.

Actualización: que tonterías se pueden llegar a escribir. Por supuesto que voy a incluir a autores vivos a partir de hoy (25 de marzo del 2012). El deseo de que murieran determinados autores para poder comentar sus cuentos me había convertido en una especie de buitre a la espera del fallecimiento de gente que admiro y me ha proporcionado felicidad. Y otros buenos escritores son más jovenes que yo; hay muchas posibilidades de que yo los preceda al reino de lo ignoto.

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