domingo, 1 de abril de 2012

La balsa - La falla


Vuelve Max Aub (1903-1972) a esta página con dos relatos (de él ya comentamos su relato de lo sobrenatural "La gabardina"): "La lancha", de ambiente vascongado, y "La falla", que ocurre en la ciudad de Valencia. Dos relatos fantásticos en sentido estricto que presentan entre si ciertas conexiones claras, hasta el punto de que he decidido comentarlos conjuntamente.
En ambos relatos parecen narrarse, como oscuras alegorías, enfrentamientos (o quizás colaboraciones, maléfica en el primer caso, benéfica en la segunda) entre los elementos primordiales de la naturaleza.

Ambos relatos fueron publicados en el libro "De ciertos cuentos" (1955) y más recientemente recogidos en la antología de cuentos fantásticos y maravillosos del autor "Escribir lo que imagino", publicado por la editorial Alba, Barcelona, 1994 y 1997.

En el primero, la tensión se realiza entre el mar y la tierra. Es la historia de un vasco enamorado del mar que como nuevo Tántalo sufre de mareos cada vez que se embarca; va a encontrar consuelo, aparte de los más habituales en esa tierra del canto y el chacolí, en su comunión telúrica con un roble. Original relato de sabroso ambiente euskárico, profundas implicaciones y final digno de una historieta de miedo de la Entertaining Comics.

El segundo relato tiene una ubicación precisa en la ciudad de Valencia, en su casco antiguo, en calles como las Barcas o Pascual y Genís. No recuerdo muchos cuentos fantásticos ubicados en la ciudad de Valencia. De hecho solo otro, aparte del que comento y es el relato "Tren de cercanías" de José María Latorre, parte de su libro de cuentos "La noche de Cagliostro". Aquí la tensión entre elementos universales se plantea entre el fuego y el agua, con una interesante contraposición entre el bullicio de la noche de "la cremà" y la serenidad atemporal que reina en la playa del Cabañal bajo la bóveda estrellada. En este cuento la dulzura del mar parece tener un efecto mágico, imposible, que provoca una "falla" en la urdimbre temporal de lo real. Hay por tanto un doble sentido en el título del relato.


En esta falla del año 1928, en la medida que permite apreciarlo la añeja foto, parece que había un elemento de lo surreal y lo maravilloso, digno de Grandville o de Robida, que está casi siempre ausente de la imagineria satírica, grotesca y   algo pedestre de tantas y tantas fallas.

2 comentarios:

Raúl Morón dijo...

Esta combinación de lo euskera y lo valenciano, por vía inconsciente, me ha hecho recordar el cuento de Baroja, Medium, donde vemos a una niña con capacidad de provocar poltergeis en un pueblo de Valencia. Ahora ya no recuerdo bien si fue un hecho que vio o le contaron al tío Pío.

Por cierto, el levante español a mí particularmente me da bastante respeto en estos temas de lo extraño.

Ah, nuevamente sale una gigantesca libélula sobrevolando tu cuaderno de notas.

Un saludo, Raúl.

Manuel Torcuato dijo...

Hola Raúl. ¡Cómo pude olvidar "Medium" de Pio Baroja, como cuento de ambiente valenciano! Es uno de los cuentos de lo sobrenatural españoles más conocidos.

Valencia tiene sus misterios como toda ciudad. Encuentro su casco viejo muy sugerente y decadente, muy atractivo, más que el barrio gótico barcelonés, porque no está tan invadido por turistas. Y era también en Valencia donde existía, creo recordar, uno de esos "gabinetes de curiosidades", uno de esos museos donde se exhibían aberraciones de la naturaleza, cabritillos siameses y gatos con un solo ojo en la frente. Entiéndase que disecados o en formol. Pero no encuentro nada en la web, se debió cerrar o por no resultar rentable, o por considerarse de mal gusto.

Para acabar, pudiera haber algho entre mi bitácora y las libélulas gigantes. Porque antes de la de cartón piedra que aparece en la foto de esa antigua falla, aparecieron libélulas en el extraordinario cuento de Maria Luisa Bombal "Las islas nuevas". Pero hay que esperar otra aparición de los enormes insectos para confirmar su predilección por mis escritos.
Un saludo.

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