El último de los cinco relatos de José Selgás (1822-1882) contenidos en su libro "Escenas fantásticas" (1876) me parece de calidad más que suficiente para incluirlo en "Sueños olvidados". Quede claro que el individuo de arriba no es el escritor murciano sino una afortunada e inquietante ilustración de una de esas miradas que parecen condensar el odio y la malevolencia. Selgás era el noble caballero con cuya efigie ilustre el comentario al cuento "Día aciago".
"Mal de ojo" no es tan original como "Día aciago", pero su perfección formal le da una intensidad muy especial. Es un relato cruel, que como es habitual en nuestro escritor es un triunfo en observación psicológica (aunque sea de almas sencillas, aquí no hay complejidades dostoyevskianas) y de exquisito oído para el diálogo, admitiendo en este difícil aspecto de la naturalidad dialoguistica comparaciones con Fernán Caballero.
Tan inspirado estaba Selgás cuando escribió su relato que hasta su habitual prolegómeno ensayístico es quizás uno de los más poéticos. Consiste en una crónica irónica sobre la superstición de los ópalos como agentes de las desgracias y las muertes, que se propagó por entonces entre muchas damas adineradas. Parece ser que fue tal su auge que llevó a la devolución en las joyerías de muchas de dichas piedras, una vez que la propietaria se contagiaba de la nueva superstición.
El relato en si admite la doble lectura fantástica o realista, muy en la línea de las grandes obras del siglo XIX, como la maravillosa "La Venus de Ille", de Próspero Merimee, que he leído recientemente. O mejor dicho, prevalece la lectura fantástica, dejando un breve resquicio, muy estrecho en verdad, para la explicación racional, quizás no tan angosto en el caso de "Mal de ojo".
Al final el horror proviene no tanto de la existencia de lo sobrenatural como de la realidad casi palpable de la envidia y de su hijo natural el odio, en densidades tales que oscurecen la mirada, deforman las sombras, acogotan las gargantas.
Otro gran cuento olvidado, cuya edición más reciente quizás sea en la revista "Dossier del terror", número 6, Ediciones Dalmau, Barcelona 1986.
Las protagonistas viven en Madrid o cercanías, como demuestra una referencia pasajera a su asistencia al Circo Rivas o al Price. Pero no es una narración de ambiente madrileño, porque lo que aquí tenemos es un relato de interiores, casero, femenino, de conversaciones entre balcones y "soirees" tan del gusto de la época al contrario que la obra maestra de Selgás, "Día aciago", relato que ocurría no solo en casas, sino en teatros, coches de caballos y extrañas calles solitarias. En "Mal de ojo" la inmovilidad, el marasmo producido por la envidia puede ser leído como reflexión simbólica sobre los efectos paralizantes de este pecado capital en la vida nacional.
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