viernes, 25 de febrero de 2011

Fantasmas en La Isabela


Escrito por Bartolomé de las Casas (1484-1566) e incluído en su "Historia de las Indias" redactada a lo largo de la primera mitad del siglo XVI.  De nuevo debo al Sr. Tola de Habich el conocimiento de esta historia.
Para leerla en las propias palabras del dominico: http://tola-tola.blogspot.com/search/label/Caribe%20%281%29

Voy viendo que la prosa de los cronistas de la conquista de América tiende a la sequedad del esparto; este estilo, en combinación con el tema fantástico de estos breves relatos produce una curiosa tensión, para nuestro gusto moderno, entre lo que se narra y la sobriedad con que se hace. Debemos sin duda convocar a nuestra imaginación para crear un escenario de mayor detalle para lo narrado.
El momento histórico es cuando ya hay colonos en La Española, pero el primer asentamiento con vocación de permanencia que se hizo, La Isabela, ha quedado abandonado, ante lo insalubre de la vida allí. Quizás finales del XV o principios del XVI.
Para imaginar esta pequeña ciudad fantasma en medio de la lujuriante vegetación tropical, que mejor que recurrir a la misma obra. He aquí como Las Casas describe La isabela:
 La mejor de todas ellas –ciudades recientes del Nuevo Mundo– fue La Isabela, porque fue de piedra o cantería, (...) casa para los bastimientos y municiones de la armada e Iglesia y Hospital y para su morada -Cristóbal Colón- una casa fuerte, según se pudo hacer; y repartió solares, oredenando sus calles y plaza, y avecindáronse las personas principales, y manda que cada uno haga su casa como mejor pudiere; las casa públicas se hicieron de piedra, las demás cada uno hacía de madera y paja, y como hacerse podía".
Es ahí, en las calles que poco a poco van perdiendo su forma ante el empuje de la selva primordial, y hozan los cerdos cimarrones, donde se va a producir el extraño encuentro y su final, casi humorístico para nosotros, descreidos y caídos en el cinismo a fuerza de experiencias literarias y cinematográficas.
Esta historia prueba que en las naos y carabelas de Colón no solo viajaron los seres vivos; hombres, ganado y caballerizas, sino también los fantasmas del viejo mundo, no se si en las bodegas o en la punta de los mástiles como fuego de San Telmo; quizás tan solo en el alma de los viajeros.

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