domingo, 23 de enero de 2011

Dia aciago

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Relato largo de José Selgas (1822-1882) incluido en su libro Escenas fantásticas, publicado en 1876. Es en esta vetusta edición donde lo he leído, aunque hay otras más modernas, por ejemplo una de 1930, bajo el título "La mariposa blanca".
Este cuento tiene un fuerte elemento ensayístico sobre dos temas: como la alegría superficial de la sociedad madrileña de la restauración contrasta con una corriente subterránea de sufrimiento; y otro tema, que es el martes como día aciago. Selgas va a trenzar ambos temas con pericia en un drama de lo sobrenatural que va a afectar a uno de esos personajes que el autor murciano, puritano en el fondo, detesta: superficialmente incrédulo y volteriano, seductor, incapaz de ideas y sentimientos profundos.
Cuando el relato abandona el tono ensayístico y se mete en faena narrativa nos sorprende con un relato de indudable intensidad, original y ambiguo. Los elementos sobrenaturales son evidentes y sin embargo, parecen encaminados a la construcción de un drama burgués. Esta utilización de lo sobrenatural para lanzar al protagonista al drama de lo cotidiano me parece algo extraordinario, aunque tengo que reconocer que en un primer momento el final me pareció un anticlimax. Fue luego, en segunda lectura, cuando me di cuenta de su originalidad y capacidad de sugerencia.
Los ambientes, otro fuerte de Selgas, son de gran atmósfera: la excelente escena del palco, la misteriosa boda...
¿Y el té? ¿El té que bebe la dama misteriosa? La infusión parece apuntar a una realidad aún más horrible que la explícita, salvo que el té sea una pista falsa o un motivo para un chiste inane de la buena señora: "no puedo estar sin té ni sin tí". No, aquí Selgás usa con habilidad la técnica de la sugerencia más sutil para que sea nuestro miedo quien llene la taza de marras.
Si un relato de la calidad de "La mujer alta" me vale como ideal de perfección del cuento de terror sobrenatural en español no cabe duda de que este gran cuento, quizás no tan perfecto ni de horror tan subido, pero también original, intenso y pletórico de implicaciones, merecería alguna atención y por supuesto redición.

miércoles, 19 de enero de 2011

La fría mano del misterio.


Escrito por Wenceslao Fernández Flórez (1885-1964), y publicado en su libro de relatos "Tragedias de la vida vulgar. Cuentos tristes", en el año 1922.

Extraño y fascinante relato que el autor gallego subtituló "Historia de pesadilla". El magistral tono enfebrecido y apresurado del cuento, la extrañeza de los personajes, la reunión de temas varios de lo sobrenatural (fantasmas, rencarnación, incluso muertos vivientes) en el breve espacio de un cuento de poco más de doce páginas, todo contribuye a su poderoso efecto onírico, sin que por eso el horror se atenue.

Os dije que encontraría otros cuentos de fantasmas en la literatura española. Pues aquí está, original y poderoso. No me gusta mucho hablar de argumentos, por no reventar las historias, pero si del marco narrativo, de los ambientes en que ocurre la acción. Aquí es una casona cercana a una catedral de una ciudad lluviosa. Podría ser perfectamente Santiago.

El auténtico espacio de los acontecimientos es, sin embargo, el país de Hoffmann y de Poe.
En cuanto al estilo, ya lo he calificado de magistral. Pero no se crean mi palabra. Mejor lean las siguientes:
"Callábamos, presos de una vaga inquietud. Se sentía un leve zumbar: quizás el de la sangre en los oidos; quizá, el de los espíritus que vuelan en la noche; quizá era, tan sólo, la vida misteriosa de la casa."

Se puede encontrar en "Tragedias de la vida vulgar" como ya dije; pero no hay que recurrir a las librerías anticuarias, pues ha sido reditado este año 2010 por Ediciones 98, de Alcobendas, Madrid.

martes, 18 de enero de 2011

La mujer alta


Publicado en 1882 en La Ilustración Artística, y en el mismo año recogido en la antología  Narraciones Inverosímiles.
Es uno de los mejores relatos de terror, si no el mejor, de los escritos en España. En cualquier caso es una obra maestra. Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) consigue una narración poderosa, extrañamente sórdida y opresiva, desesperanzada, con algo de alucinación y a la vez solidamente anclada en un ambiente realista. El escritor accitano consiguió transmitir muy bien el terror pánico del narrador ante la mujer alta. Miedo que tiene profundas implicaciones simbólicas.

Una fascinación añadida del relato es que es una ventana abierta al Madrid de la mitad del siglo XIX, con serenos, telégrafo y casas de juego ilegales donde se firmaban pagarés a lápiz.

Me gustaría extenderme un poco sobre esto. Edgard Allan Poe, aparte de su indiscutible genio, no consignó apenas los detalles de su época en sus relatos. En algunos casos porque ocurren en el ambiente enrarecido y algo estereotipado de la tradición gótica. Pero en otros, como "El extraño caso del Señor Valdemar" que es un cuento ambientado en la contemporaneidad de Poe, este somete al cuento (una obra maestra absoluta, por otro lado) a una estilización intensa, en pro del efecto terrorífico, lo que acarrea que el color decimonónico quede reducido a la mínima expresión.


Tenemos en cambio otro relato (casi tan magistral) de aquel al que se llamó sucesor de Poe, Fitz-James O'Brien. Hablo de "¿Que era eso?" el relato que Lovecraft sugería había quizás influido en "El Horla" de Maupassant. En dicho relato tenemos, aparte de los placeres de la inquietud, los que proporciona una fascinante visión sobre como era la vida de los Estados Unidos de America a mediados del XIX.  Esto es lo que hace Alarcón, aparte de transmitir magnificamente miedo y angustia, en "La mujer alta": enraizar con precisión y vigor su historia en un ambiente histórico y geográfico determinado, dotando de exquisita verosimilitud al relato. De hecho es posible hoy en día seguir el deambular y las carreras aterrorizadas de Teobaldo, el protagonista, por calles de Madrid que todavía existen. Lo único que hay que tener en cuenta es que la calle del Lobo se llama hoy en día Echegaray.

Quizás alguna noche, y pese a no ser la zona más recomendable, (como no lo era ya en la decada de los cincuenta del siglo XIX) reviva el itinerario literario de Teobaldo. Y quizás alguna de las meretrices que tanto abundan en la zona fije en mí una mirada burlona y despiadada. Y yo veré en ella, por unos segundos, a la mujer alta, ese símbolo inmisericorde del destino más cruel, que Alarcón legó para la posteridad en su finca de Valdemoro, un 25 de agosto de 1881. Un día que casi noventa años después sería el de mi nacimiento.


sábado, 15 de enero de 2011

El resentimiento de un contrabandista

Escrito por Juan Manuel de Azara, publicado en el Semanario Pintoresco Español en 1846. Lo he leído en la Antología del cuento romántico, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid 2008.

De este Azara solo conocemos sus cuentos. No parece que se hayan encontrado datos sobre su vida; es uno de esos literatos que el tiempo olvidó, aunque sus cuentos han aparecido en alguna antología de literatura del XIX español.

Cuando hablé de "Los tesoros de la Alhambra" me referí que en general, y a la espera de ese relato que me haga cambiar de opinión, la literatura fantástica del romanticismo no me atrae mucho. Te puedes encontrar relatos bien escritos, como "La calumnia" de Mila i Fontanals, pero ocurren en esa edad media estereótipada del gusto romántico, y a mi la literatura fantástica que me atrae es la que sucede en el "ahora" de cada autor. Y luego hay relatos ambientados en el momento histórico del autor pero que los desgracia el estilo romántico con todos sus excesos: turbiedad, retórica y ampulosidad. Por ejemplo "Yago Yask" de Pedro de Madrazo.
"Los teroros de la Alhambra" era esa excepción maravillosa, el relato exquisitamente escrito que introducía lo fantástico en la actualidad romántica.

"El resentimiento de un contrabandista" está narrado muy bien, y ocurre en 1827. Bingo por tanto. En ese año el gobierno de su Majestad Católica decide imponer una política de tolerancia cero sobre los contrabandistas que infestan la Andalucia occidental. Tal es el marco en que ocurre una historia de venganza sobrenatural ¿o no hay tal elemento sobrenatural? Porque lo que hace destacable este relato, aparte su transcurso elegante e impecable, es la ambigüedad "todoroviana" del relato. Lo he leído con toda la atención de que soy capaz, y mi veredicto parece inclinarse por una solución de compromiso, que me parece enormemente sugestiva: hay colaboración entre agentes sobrenaturales y naturales en la consecución de la venganza.

jueves, 6 de enero de 2011

Luisa Frascati


Durante el año 1907 Leopoldo Lugones (1874-1938) publicó en la revista bonaerense "Caras y caretas" un puñado de relatos de corte fantástico, género que el gran escritor cultivo con asiduidad, en sus libros de relatos "Las fuerzas ocultas" y "Cuentos fatales" entre otros. Los siete relatos de "Caras y caretas" dormían el sueño del olvido en las hemerotecas hasta que fueron rescatados y publicados por el estudioso Pedro Luis Barcia. Para leerlos, además de otros, recomiendo los "Cuentos fantásticos" de Leopoldo Lugones, editado por Castalia.
Lo que caracteriza estos relatos es la concisión, obligada por las limitaciones de espacio impuestas por el periódico. Lugones se adapta, como el gran prosista que era, diga lo que diga Borges, a las mil maravillas a estas estrecheces.

"Luisa Frascati" es de los más bonitos, un cuento fantástico de encendido romanticismo sobre el amor imposible, en donde el autor argentino, en pocas páginas, no solo narra bien, sino que consigue crear un ambiente fascinador y poético, de arrabal y ensueño. Es lo que tiene el talento. En cuanto al tema, solo diré que es uno de enorme tradición en el fantástico del Siglo XIX, y lo encontramos en Gogol, Gautier y Galdós, por limitarme solo a autores cuyo nombre empiece con la letra G. Pero el origen de este motivo lo encontramos en textos de la tradición oriental como el cuento chino "El mural" de Pu Songling. Y también en relatos de la antiguedad clásica, como el diálogo "El incrédulo" de Luciano de Samosata, que quizás inspiró la inmortal "Venus de Ille" de Prosper Merimée.

lunes, 3 de enero de 2011

El retrato




Pues sí, aquí vuelve Arévalo Martínez (1884-1975) con esta historia, sutil y tierna, de fantasmas. Como es propio de la que para mí es la técnica máspura y difícil de la literatura fantástica, el relato puede ser sobrenatural, o puede ser una combinación inopinada de casualidad en los hechos y fervor poético en el narrador. Esta ambiguedad, que se mantiene todo el relato, sin que su final resuelva la duda, (como quería Todorov para definir lo fantástico puro) se basa en la fina y fervorosa psicología de que hace gala el autor: todo puede ser un entusiasmo espiritual ante la belleza de una mujer y nada más. O algo más, como parece apuntar la actuación de la hija del narrador, que a sus dos años ya muestra una atracción natural por un alma bella, quizás en tránsito al otro mundo... No digo más.

El estilo de Arévalo está a la altura de su gran imaginación, de su originalidad radical; es fino, elegante, apasionado, con la pasión del ritmo del modernismo que fue la cuna literaria de nuestro guatemalteco, pero más esencial, más desnudo. Un gran estilo y un gran escritor, que en mucha mayor medida que los otros autores cuyos cuentos he comentado, era intrinsecamente un autor de lo fantástico.
Apareció por primera vez en la edición de 1951 de "El hombre que parecía un caballo". Y yo lo he leído en la edición crítica que mencioné en la entrada de ayer.

domingo, 2 de enero de 2011

El hombre verde

Escrito por Rafael Arévalo Martínez (1884-1975). Publicado en la edición de 1951 de su libro de cuentos "El hombre que se parecía a un caballo".

El narrador protagonista se encuentra por las calles de Guatemala con un amigo que le narrará una extraña historia, entre lo amoroso y sobrenatural, de la que ha sido protagonista. Esta historia conforma la primera parte del relato "El hombre verde". La segunda se titula "Cómo se compuso El hombre verde" y pese a su engañoso título, es tan narrativa y ficticia como la primera. Este guatemalteco extraordinario se anticipa en bastante años a Borges en estos juegos literarios dentro de lo fantástico. El enfrentamiento entre el narrador del cuento y el narrador del cuento dentro del cuento sirve a Arévalo Martínez para exponernos una teoría de la autoría literaria, que es también un consejo técnico sobre como narrar. El verdadero autor de una historia, viene a decirnos, es aquel que la dota de una forma pura, desprovista de elementos impertinentes que la impidan dar lo mejor de si misma, más que aquel que tiene la primera ocurrencia. Conclusión generosa en un hombre que no tenía ningún problema para ser original; aparte de una imaginación extraordinaria, Arévalo Martínez era, en lo literario y en lo personal, un ser único. Todos los hombres son iguales a los ojos de Dios, pero algunos respiran de otra manera.

Mi edición de sus cuentos es El hombre que se parecía a un caballo y otros cuentos, edición crítica de Dante Liano publicado por la "Editora Da Universidade de Sao Paulo" en 1997, y que por ignotas razones editoriales apareció saldada por un precio ridículo en la tienda de un Vip's, notable institución madrileña que permite adquirir libros a la una de la madrugada, a veces hasta muy interesantes.

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