sábado, 27 de noviembre de 2010

Sueños olvidados

A medida que uno va estudiando el tema de la literatura fantástica en lengua castellana se da cuenta hasta que punto es errónea considerarla una literatura exclusivamente realista. Hay, en los dos últimos siglos, mucha y buena literatura de lo fantástico sobre la que ha caido, una y otra vez, el manto de la ignorancia y el prejuicio.

En mi ignorancia creía que aparte de los grandes nombres que ha dado Argentina, y las leyendas de Becquer en España, poco más había de importancia.

Luego se van descubriendo cosas muy interesantes. Obras maestras absolutas son practicamente desconocidas. Hablamos por ejemplo del cuento de Pedro Antonio de Alarcón, "La mujer alta", uno de los grandes relatos de lo sobrenatural en cualquier lengua. Supongo que por ser un relato de terror, los críticos le dan menos importancia que a "La comendadora" o "El carbonero alcalde", cuando es tan bueno como estos otros dos relatos, si no más. Pero claro, no es un relato psicológico al uso como el primero, ni patriótico, como el segundo. Y el pensamiento oficial, rebaño obediente en España, lo ha postergado.

Esta aversión a todo lo sobrenatural, lo fantástico, lo ominoso es poderosísima en España, y también, aunque quizás en  menor medida, en la America de habla castellana. Afecta incluso a los autores consagrados. Pérez Galdós, uno de los grandes de la narrativa en castellano durante el siglo XIX, aborda el tema fantástico en su primera novela, "La sombra", y con mayor sapiencia en los cuentos "La novela del tranvía" y "La princesa y el granuja". Uno esperaría que la crítica se acercara con reverencia a estos textos. Y sin embargo, la postura oficial es ignorarlos o despacharlos con alguna cursoria alusión a su carácter secundario.
Pero que digo Galdós, si hasta Cervantes y su última novela "Persiles y Segismunda", donde se vuela por el cielo como en las Mil y Una Noches, y los hombres se convierten en lobos como en el Satyricon (pues poco hay nuevo bajo el sol o la noche estrellada o la luna llena en este caso) se ha ridiculizado con estúpidas afirmaciones de que mostraba una decadencia senil del escritor, como si no fuera con un pie ya en el estribo, con la ansias de la muerte, cuando más necesario es soñar.

El olvido no solo no respeta a los autores realmente interesantes, como José Selgás, que sería lamentable, sino que tambien sepulta a los extraordinarios, como Rafael Arévalo Martínez, lo que es trágico.

Cuando la calidad extraordinaria y el favor del público hacen imposible ignorar una obra, como sucede con el "Pedro Páramo" de Rulfo, los críticos recurren a tácticas deshonestas, como pueda ser pergueñar etiquetas contradictorias como "realismo fantástico", para diluir la vergüenza de que la obra maestra de la literatura mexicana sea una novela de fantasmas, entre otras cualidades o atributos que no le niego a este libro inmortal. Allá ellos, yo me quedo con el fervor por los sueños, con la sapiencia en aquello que no existe y sin embargo, siempre habla de lo que es.

Desde una concepción amplia de la literatura fantástica (que incluye, y esto es una originalidad mía, los relatos en los que el tema es la fantasía como facultad mental) me propongo en lo que me quede de vida ir resolviendo, en mi facultad de gota de agua en el mar, estos olvidos sobre aquellos que nos precedieron y soñaron en nuestro mismo idioma. Una pretensión, no tanto de exhaustividad, sino de comunicación del goce, me llevará a hablar de aquellos relatos como "El Aleph" aunque sean muy conocidos.

Si bien basada en el cuento, esta enumeración de deslumbramientos también incorporará a su debido tiempo reseñas de novelas en castellano que hayan huído del realismo.

Solo los autores muertos tendrán cabida en esta página. Las razones supersticiosas que me llevan a ellos son altamente ilógicas e indefendibles; la principal es que solo un muerto puede haber escrito auténtica literatura fantástica cuando estaba vivo. Entre la perogrullada y la falacia lógica, mi optimismo ve en este axioma una sabiduria insondable; solo la muerte da a los sueños la condición de milagro.

Actualización: que tonterías se pueden llegar a escribir. Por supuesto que voy a incluir a autores vivos a partir de hoy (25 de marzo del 2012). El deseo de que murieran determinados autores para poder comentar sus cuentos me había convertido en una especie de buitre a la espera del fallecimiento de gente que admiro y me ha proporcionado felicidad. Y otros buenos escritores son más jovenes que yo; hay muchas posibilidades de que yo los preceda al reino de lo ignoto.

3 comentarios:

Is@Hz dijo...

Como ya te dije, excelente propuesta la tuya subrayada con este prólogo de nobles propósitos. Me hubiera gustado algún apunte sobre los vivos pero me conformaré. Un saludo ajeno a las discusiones sedicianas.

Carlos dijo...

Pues no Manuel, ese no era yo. Es lo que pasa por compartir ordenador con la ínclita.

Manuel Torcuato dijo...

Es lo que tiene la vida en pareja, Carlos. Está llena de graciosos malentendidos, como saben los guionistas de Hollywood y más aún, los antiguos autores de vodevil. JaJaja.

Lo de no incluir autores vivos reconozco que es una pulsión extraña que tengo y que intentaré cambiar.

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